viernes, 26 de julio de 2013

¿Qué es el amor? ¿Qué pasa cuando nos enamoramos?

Seguramente todos en mayor o menor medida nos hemos apegado a la creencia romántica del amor. El amor todo lo puede y todas esas cosas fantásticas que vemos siempre desde los cuentos hasta las telenovelas modernas, que a mi ver son lo mismo.

Pero ¿cómo funciona realmente el mecanismo del amor? Siempre me he preguntado si realmente existirá tal mecanismo, aunque a veces prefiero pensar en aquello de las almas gemelas, encontrarte con el ser que te complementa con quien estuviste desde siempre destinado a estar. Aunque yo siempre he sido partidario de que las reacciones que tenemos al enamorarnos son más bien una serie de procesos químicos desencadenados a nivel neurológico. En cualquier caso, centrémonos en tratar de averiguar que es lo que sucede en nuestro cuerpo cuando creemos estar enamorados.

Evidentemente a lo largo de la historia muchos se habrán ya planteado cuestiones de semejante índole. Primero en ramas psicológicas, y más recientemente en ramas químicas. También surge de manera natural pensar en que debe haber algo químico cuando vemos el comportamiento de apareamiento de los animales; aunque ahí se ve tan sencillo. Nadie queremos creer que nuestro comportamiento amoroso está relacionado con un instinto animal. No, nosotros somos más civilizados. Somos más que eso. Pero la verdad es que en el fondo es también un mecanismo biológico para la perpetuación de la especie, por lo que no debería resultar tan ilógico que haya mucho de animal en el proceso. Parafraseando el artículo de Gilda Flores, el amor fue descrito desde los griegos, enaltecido por poetas; conocido en Europa como amor cortesano, pues unía a las personas más allá de la necesidad de procrear, del cual surge posteriormente el mito (es cita textual), surge el mito del amor romántico.

Claro que no podemos pensar que todo es exactamente como en los animales, pues hemos pasado por una evolución mucho más compleja que nos ha dotado de capacidades sociales. Entonces se justifica que los procesos químicos relacionados con la amistad sean semejantes a los relacionados con el amor, ¿será que en mayor o menor medida también estamos enamorados de nuestros amigos? Existen diversas teorías en que para que una amistad sea exitosa la otra persona debe atraernos un poco. En lo personal, lo veo como algo bastante real.

La fórmula química de cupido, lo divide en cuatro etapas.

  1. Primera impresión. Encontrar a alguien que nos atraiga es el primer paso. Hay dos frases que se contraponen que entran en esta primera impresión. Primero, “el amor entra por los ojos”, pues se admita o no, tenemos una serie de características más o menos fijadas en nuestra mente sobre como debe ser alguien para que nos guste, los orígenes de esas características ya vendrán dadas por nuestro entorno. Segundo “el amor es ciego”, ¿entra por los ojos o es ciego? ambas; el amor entra por las fosas nasales, es decir, que hay una serie de feromonas que desencadenan parte de nuestras reacciones por la atracción.

    Las feromonas en los humanos se producen principalmente en nuestras glándulas sudoríparas de la axila y la piel de la entrepierna. ¡Qué desagradable!, aunque eso explica muchas cosas. Cuando percibimos “ese aroma” distintivo en el órgano vomeronasal, de forma inconsciente buscamos la fuente. Cuando encontramos la fuente y hay contacto visual, se produce una descarga eléctrica en el cerebro  y nuestro sistema límbico secreta feniletilamina.
  2. Atracción. La feniletilamina es la responsable del caos que llamamos amor. Provoca inicialmente un estado de semi-inconsciencia, en el que se suspenden todas las actividades cerebrales: la vista se vuelve central, enfocando como entre nubes al objeto causante del caos (aquella persona que nos atrajo); se pierde el oído y el habla; no hay sensación térmica en la piel ni equilibrio y se turba la coordinación de ideas y de movimiento. Sólo distinguimos sonidos internos como nuestras propias palpitaciones y ahí se explica el “sentí un vuelco en el corazón” o “escuché mi corazón latir más fuerte y era lo único que se oía en aquél momento, me estremecí”. El caos es muy corto, dura menos de un segundo, y el cerebro recupera el control secretando dopamina o norepinefrina

    Para recuperar el control, el cerebro secreta dopamina o norepinefrina, ambos neurotransmisores, que estimulan al hipotálamo; éste último se comunica químicamente con la hipófisis, de ahí a la tiroides; luego al páncreas, las glándulas suprarrenales, y después, en el caso de las mujeres, con los ovarios; en el caso de los hombres, con los testículos. Al final de la comunicación química ocurre: cierre de vasos sanguíneos, venas y arterias periféricas; aumento de presión arterial; ligero aumento de temperatura; escalofríos; sudoración principalmente en cara y manos; aumento de frecuencia respiratoria, y por consiguiente, suspiros; al aumentar la frecuencia cardiaca se siente un vuelco, éste es el origen del “flechazo de cupido”. Después viene un aumento de glucosa en la sangre; dilatación de pupila; y contracción de estómago e intestino, lo que se interpreta como “mariposas en el estómago”; todo junto forma lo conocido como arrebato sentimental, el cuerpo se arquea y todo parece una fiesta, y sí lo es pero química.
  3. Enamoramiento. Para calmar el caos que se generó en el interior, el cerebro segrega endorfinas y encefalinas que son una verdadera droga. Nos produce bienestar, calma, alegría, y esa sonrisa de tontos que ponemos cuando estamos “enamorados”. El cerebro intenta controlar también los niveles de azúcar por lo que se secreta insulina, pero cuando el azúcar cae aparece la serotonina, que se traduce en el deseo por algo dulce. En los hombres es poco perceptible y puede traducirse en baja de peso, en las mujeres es al contrario, desean fuertemente comer dulces lo que las engorda cuando están enamoradas.

    Como si todo lo que ha pasado no fuera suficiente ahora se produce oxitocina, conocida como “el péptido del amor” o “sustancia del abrazo”, genera el deseo de estar con la persona amada, de abrazarla, de tocarla, esta sustancia también es conocida por fomentar el apego emocional.

    Si es amistad, aquí acaba todo. Si es enamoramiento cada vez se tiene mayor necesidad de contacto, sigue el beso, que ahora conjuga el olor con el sabor produciendo una memoria a muy largo plazo. Así que si alguna vez sentiste que algún amigo te gustaba y que quisieras darle un beso al menos una vez, antes de seguir adelante con la amistad, no deberías, todo empeoraría. En el caso de la amistad, el ciclo termina aquí y ya no hay necesidad de mayor intercambio químico, se puede fomentar una amistad duradera.
  4. Pasión. Como antes se dijo, en el enamoramiento cada vez se requiere mayor intercambio químico. El ciclo al fin se cerrará con las relaciones sexuales. Las glándulas suprarrenales aumentarán la producción de testosterona tanto en hombres como en mujeres estimulando este impulso. En los hombres el aumento es muy grande, pues ya se producía antes en los testículos, se genera la “valentía territorial” para defender contra otros contrincantes, así como la iniciativa para presionar a la pareja. En la mujer, el aumento es mínimo, pero evita pensar y nubla el juicio, por lo que dejan de oír consejos y todo cuanto quieren es estar con la pareja y cerrar el ciclo. 

Con esto se explica todo lo que sentimos cuando creemos estar enamorados, digo creemos, porque como podemos ver es una serie de procesos químicos que se desencadenan en nuestro cuerpo originados por el cerebro al recibir una señal del órgano vomeronasal. Parece que no prevé lo que pasará cuando después de generar caos tras caos tiene que actuar para minimizarlos a modo control de daños. En cualquier caso todo esto, que es parte de nuestras emociones, define en gran medida lo que somos. ¿Qué pasaría si el cerebro previera todo lo que sucederá y simplemente supiéramos de manera consciente cuando alguien nos atrae pero sin todas las reacciones antes descritas? Pareceríamos fríos, sin pasión, simplemente con toda la calma del mundo -- Ah si, creo que somos compatibles, deberíamos colaborar en la permanencia de la especie -- Sería muy raro.

Para los detractores de las teorías químicas, y quienes sean fervientes creyentes de que el amor no es algo que pueda definirse como una serie de procesos desatados por sustancias químicas, con lo que se expresa aquí no se descarta la hipótesis espiritual, pues bien podría ser que los procesos químicos sean una manifestación de ésta. Al final cada quien seguiremos teniendo nuestra propia opinión.

Para saber más
La fórmula química de cupido.
Por Gilda Flores Rosales. 2008
Revista digital universitaria (UNAM) Vol 9 (11)

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