lunes, 2 de enero de 2012

Autoestima de un gordo o de alguien que lo fue. ¿Se puede ser feliz?

Vaya! Que el haber tenido exceso de peso en algún momento es algo que se carga para toda  la vida. Precisamente hoy hablo de los problemas que me ha traído este suceso a pesar de ya no estar gordo, o al menos no tanto como antes,

Brevemente, cuando era un niño pequeño fui víctima de una enfermedad que obligó a mis padres a administraren grandes cantidades de vitaminas y estimulantes del apetito, a pesar de ser un niño muy delgado, en pocos meses, seis, me convertí en un niño muy muy gordo. Lo recuerdo hasta de un modo jocoso, hoy en día, pues cuando entré al kinder era bastante pequeño y cuando salí era inmenso, hay que decir que solamente fui un año al kinder.

¿Que paso después?

Hube de cargar con el estigma de la gordura durante casi los siguientes 20 años. Fui a la escuela y aunque me gustaban algunas niñas tanto de clase como vecinas, y hasta estuve "enamorado" de una, jamás me atreví a decirle nada por mi misma condición, pues tanta obesidad solo había creado miedo al rechazo. Y no era un miedo infundado, porque recuerdo alguna vez haberle insinuado bastante claro cuales eran mis intenciones y simplemente me dijo que alguien más le había dicho que le gustaba.

Era terrible visitarla cuando se reunían varios amigos en su casa, porque iba el niño en cuestión que si se atrevió a decirle, y que, por triste que resultara, lo comprendía. ¿Como era esto posible? Muy simple, tuve el razonamiento que seguramente ya todos habremos tenido -- ¿Que hay en él que no hay en mi? -- la respuesta saltaba a la vista. Era un año mayor que yo, delgado, con un cuerpo formado adelantado a su edad, tenía diez años y podría apreciarse el desarrollo de alguien de quince, de cabello rubio oscuro y tez blanca triguereña. Luego me miraba a mi al espejo y ¿que encontraba?, pues a un niño con apariencia sobremanera infantil, cara redonda, peinado de "ñoño", una panza inmensa... Y bueno, creo que con eso bastaría para conocer el resultado de la comparación.

Miraba entonces al otro niño, y me daba cuenta que tenía muchas más posibilidades que yo, pues veía tanto sus características que yo no tenía, que hasta a mi me resultaba atractivo. Me sorprendía pensando en que quisiera tener su aspecto en que quisiera verme como él para así poder agradar. Obvio, jamás paso.

Al final, desistí de decirle cualquier cosa a esta niña, pues ya no quedaban más opciones. Lo peor, me alejé por completo del mundo, dejé de salir con mis amiguitos de la cuadra, dejé de jugar y me quedé en casa, no haciendo nada. Pasaba mi tiempo viendo tv o capturando mis exámenes de la primaria en la computadora de mi hermano, ¿servía esto para algo?,  ¿me traía algún beneficio?, claro que no. Sólo me alejaba del mundo al que tanto miedo le tenía. Me enajenaba del mundo en el que fracasaría.

Así fueron muchos años, en los que dejé de tener amigos y de interesarme por niñas. Recuerdo que miraba a otros niños y admiraba su estructura desdeñando la mía. El médico siempre dijo a mi madre que no se preocupara que en la adolescencia cuando creciera entonces toda la gordura desaparecería. No fue así. Será porque yo era un niño muy alto y en el desarrollo ya no crecí mucho mas, tal vez. Entre en la preparatoria y todo seguía igual. Aunque ahora refugiado en el estudio, me esforzaba por ser el mejor siempre, pero muchas veces en silencio lloraba por no formar parte de aquel mundo al que tanto añoraba.

En mi condición, incluso vestía como un señor, nada acorde a mi edad. Recuerdo incluso que me daba miedo entrar a las tiendas de ropa, pues no sabia que podría ponerme, no sabia como cambiar, y al final mejor dejaba que mi madre escogiera por mi, ropa de vestir. Podemos pensar, ah la ropa de vestir se ve muy bonita, pero en un gordo no es así.

Al fin decidí adelgazar, lo que llevo 4 años aproximadamente, pero cometí el error de solo adelgazar haciendo dietas. Y bueno, ir al gimnasio también me daba terror, si me atemorizaban las tiendas de ropa, cuanto más el gimnasio. ¿Que pasó? Que me quedé con los estragos de haber sido gordo, flacidez y estrías. Superé un trauma para adquirir otro. Vaya vida. Tenía entonces 22 años y era un amargado, porque me seguía considerando una opción fatal. Por las mismas razones nunca había salido con nadie, cero contacto sexual, ¿y porque? por el miedo al rechazo de mi condición.

Hasta la fecha he ido al gimnasio en la búsqueda de mejorar mi apariencia, pero nunca lo he logrado, sigo arrastrando aquellos estragos de la gordura. Lo dejé hace ya varios meses. Y creo que la única forma será hacerme una lipectomía para recuperar la autoestima, o mejor dicho, para tener la autoestima que nunca he tenido. ¿Y porque a pesar de haber adelgazado tanto sigo con una pésima idea de mismo? La respuesta es fácil, porque por lo mismo, no me siento listo ni seguro para tener relación de pareja plenamente, lo que ha limitado mis relaciones sentimentales hasta la fecha. pues siempre está el miedo, que no me toque aquí, que no me vea en esta posición, etc

Resulta que en la actualidad después de haber superado el miedo a las compras y a que me esfuerzo un poco en mi mismo, varias personas me dicen que soy atractivo, es difícil lidiar con eso, es algo nuevo y muy pocas veces me lo creo. A veces hasta creo que se burlan de mi cuando me lo dicen. Otras, me veo al espejo, me veo como siempre me he visto y lloro nuevamente.

Escribo esta entrada, para mostrar a todos aquellos que tenemos o hemos tenido la misma condición en el pasado veamos en primera que no estamos solos. Y luego, ¿Que se puede hacer? La respuesta es nada, solo aceptarnos sin más. El miedo que tenemos al rechazo está únicamente en nosotros mismos. Los demás, quienes están a nuestro lado nos aceptan tal como somos. Saben a lo que se atienen si lo queremos ver de ese modo. Pero están ahí a pesar de todo. Si seguimos actuando incorrectamente sin buscar realmente la felicidad ya no podemos culpar a la obesidad, o al hecho de haber sido gordos, sino a nosotros mismos, es momento de dejar de ocultarnos y permitirnos vivir. Que fácil lo digo, pero ¿lo hago yo? al menos lo intento, y empiezo por darme cuenta que debo intentarlo. Debemos empezar por algo.



SOMOS NUESTRA PROPIA RESPONSABILIDAD! SI QUEREMOS SER FELICES DEBENOS HACER ALGO AL RESPECTO!

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