lunes, 24 de marzo de 2014

¿Qué me hace feliz?

La verdad creo que no estoy seguro de cuáles son las verdaderas razones que me hacen feliz. Pero más que eso, creo firmemente que la felicidad no debe estar producida por ningún evento externo, sino que ha de ser intrínseca y auto motivada. Sin embargo, por bonito que esto pueda sonarme a mí mismo, casi nunca sucede y son muchos eventos del exterior los que la influencian.

Después de aplicar durante dos días la reprogramación cerebral para la felicidad, parece que en un momento aleatorio del día simplemente comenzó a tener efecto. En cada momento que sentía que algo negativo venía a mi memoria evocaba esas tres o cuatro cosas que había anotado como positivas del día anterior, recordaba ese mini relato del diario de la felicidad, y me enfocaba en las muchas cosas buenas que tiene el día. En un momento, que casi podría señalar de forma específica, simplemente los aspectos negativos no fueron tan importantes. Me sentí mejor.

Hoy hay muchos puntos positivos y por supuesto el relato del diario de la felicidad, pero ya tengo mucho sueño, luego lo termino :)

Buenas noches

No me impondré más esta velada en tu camino,
que sean las estrellas las que cuiden de tus sueños,
que desciendan y te brinden un cálido beso,
que en su abrigo descanses y
con su cariño despiertes más feliz.

Ausencia

Cuando el porqué no tiene respuesta,
cuando la vida sigue sin importar lo que pase,
y al voltear ves y no ves nada.

Es la ausencia, restos de una energía sin sentido,
la carencia muestra del afecto olvidado
y la felicidad una apoteosis inalcanzable.
Tranquilidad, fulgor y alegría
son la aceptación de la vida que busco.

domingo, 23 de marzo de 2014

Iniciará el diario de la felicidad

Hoy ya no alcanza el tiempo, pero que gran dicha pensar en iniciar el diario de la felicidad. Escribir un breve suceso que valga la pena recordar del día que nos haya hecho ser felices. Vamos reprogramar al cerebro. El objetivo de este tipo de entradas es irse acostumbrando a fijarse en  los aspectos positivos de la vida antes que en los negativos

Primera entrada del diario de la felicidad.

El día de hoy fue interesante y divertido. Básicamente un improvisado domingo de  reunión social en casa de amigos-compañeros de escuela, en donde cocinamos de forma colectiva. Comimos y reímos pero no cantamos. Algo complicado concurrir en todo por nuestros diferentes carácteres, pero al final un aprendizaje que sólo se da de la convivencia y la animosidad que devenga de ella.

El aspecto positivo a recordar de hoy es entonces, la convivencia con amigos y otros que no eran tan amigos, pero que van por el camino de serlo. Caminar por los juegos mecánicos, con la agradable noche, aunque todo opacado por la insuperable dicha de la compañía.


Y las tres cosas buenas para recordar mañana.

- Haber cocinado, hecho sangrías y mojitos con amigos.
- No haber necesitado de juegos de mesa para entretenernos.
- Ver la formación de vínculos fraternales casuales y hablar de todo tema sin restricción.
- Haber acordado volver a reunirnos mañana para comer.


Ahora que empiezo a hacer este ejercicio me doy cuenta que hay demasiados puntos positivos en la vida. Continuaré asiduamente haciéndolo, esperando mejorar siempre, tanto en los puntos que noto, como en mi percepción del mundo. Creo que más importante tengo que agradecer haber encontrado este método en las Ted talks y contar con amigos tan comprensivos como los que tengo. Creo que esas lecciones de humildad que tanto he necesitado toda la vida, son el pan de cada día. Quiero sinceramente aprovecharlas y no simplemente pasar de largo de ellas. Sino tratar de mejorar cada día aprendiendo de todos y de todo. Ser feliz.

Sin sentido es mejor

Caminaré sin sentido por el mundo, abstraído de la vida,
sin merecer más tu aliento,  olvidado del amor.

Hasta para estar erguido motivación requiero,
y hoy finjo tenerla,
pues del mundo preguntas insistentes no quiero.
Todo cuanto quiero es que este oscuro día fenezca.

Esperanzas tontas. ¡Oh ilusiones!
Vanos pensamientos que no sólo un día, sino una vida repetí.
Se desmoronan hoy, carentes de cimientos,
como siempre fueron, como nunca serán.

Aunque intenté reprimir al sentimiento, ningún esfuerzo bastó.
No me juzgues, pues quise y no pude.
Es difícil mostrar siempre fortaleza.
Y es que el incierto momento de saber llegó,
y el plazo que no se puso se cumplió.

Siempre estoy lleno de sueños. Sueños de un mejor amanecer, uno donde las preocupaciones de la vida cotidiana son irrelevantes. Creo que los sueños son necesarios y la vía de escape para una vida más cómoda, pero no más adecuada, porque la vida que ya tenemos ha de ser la adecuada. Pensar lo contrario, creo sería un error muy grave.  Una vida adecuada, pero no perfecta.

¿Pero la perfección qué? seguro se habla más de ella por inercia que por propia necesidad, si la perfección no existe, pues todo es mejorable, ¿porque esa palabra no ha caído en desuso? Aunque seguro la utilizamos para referirnos a Dios. Pero si no, ¿quiere decir que nos esforzamos en alcanzar lo inalcanzable? Que ilógicas serían entonces nuestras vidas y nuestras motivaciones. Pero y de nuevo ¿la lógica qué?  queremos describir todo con el razonamiento cuando no comprendemos nuestra naturaleza del todo. Pero bien, está claro que algo entenderemos de nosotros, así que la lógica seguro puede resultar una herramienta muy útil al tomar alguna decisión. Aunque a veces escojo la sinrazón, lo ilógico y, lo imperfecto. Porque he aprendido que a veces entre pensar y concluir se nos va la vida. Y eso me da miedo, cuan rápido pasa la vida y cuan poco lo noto.

Seguro podría eternamente divagar y no llegar a nada. Mejor me duermo



Buscando...

(Cuando lo transcribí me di cuenta de su incoherencia, mi incoherencia)

Y así nos la pasamos buscando. Buscando algo que podría ser imposible de encontrar como si nosotros mismos tuviéramos miedo de que existiera. Pero no es así.

Está basado en la sobre valoración que tenemos de nosotros mismos la mayoría de las veces, otras en la infravaloración, las menos. Esto es porque creemos ser una cosa y merecer por lo tanto lo que nos corresponde. Y no con esto quiero decir que tengamos realmente que etiquetarnos, pero la verdad es que nosotros mismos vivimos etiquetándonos. Aún de manera inconsciente lo hacemos y etiquetamos también a los demás.

Frívolo, pero la realidad es frívola, el mundo es un lugar poco cálido. No totalmente tal vez, pero una gran mayoría. ¿No vuelve entonces en anormales a aquellas personas que no lo son? Asumiendo que tales personas existan, claro está. Creyendo que es posible, esperamos que los demás no nos juzguen y nosotros sí juzgamos, aunque decimos que no lo hacemos, sería deleznable. Esperamos ser medidos de diferente forma de como nosotros lo hacemos. Esperamos y esperamos. Sin un final, mas que la resignación o la muerte.

Por ejemplo, a veces que en “el amor” buscamos a alguien que supere nuestro atractivo (a veces, dije), que sea más joven, más delgado, con mejor cuerpo... Para que luego resulte que esa persona también busca lo mismo. Que ironía. Todo parece caer en la resignación. Alguno de los dos  tendrá que aceptar que sus objetivos totales no pueden cumplirse y tendrá que intentar sobrellevar la situación que exista. Oh sorpresa, aquí surgen las justificaciones basadas en el comportamiento. Quizá deje de amar y llegue la resignación al querer, a la costumbre, a la necesidad de afecto.

En otras ocasiones, lo que buscamos es en parte lo que perdimos con los años, o lo que no hicimos y los años que perdimos dejando de hacer esas cosas que ahora deseamos hubiéramos hecho. Vemos en los más jóvenes la respuesta a nuestras súplicas de lo inexistente. Así que si a alguien le interesan las personas mucho más jóvenes, el rango de edad podría ser adecuado si el objetivo del asecho es lo bastante inmaduro para aceptar buscar una figura paterna, prueba de que habremos tenido éxito. A esto no le pongo adjetivos porque cada quien sabrá.

Difícil encontrar al ideal, y no es que no exista, es que no podemos controlar lo que pensamos producto de nuestro entorno.  Esto nos lleva a pensar en otra cosa, eso que llamamos amor en realidad si lo controlamos. O más bien, es nuestra vida la que lo controla, y nosotros controlamos en cierta medida esa vida.

Nuestros “desamores” y decisiones son producto de nosotros mismos. Si creemos que no hay respuesta, es que vivimos creando nuestra infelicidad y culpamos a los demás de nuestros actos, cuando son nuestros actos los mismos de los demás.

(Aquí el nosotros se acerca más al yo, pues es mi opinión despersonalizada únicamente)